Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su noble familia poseía en Roccasecca, cerca de la abadía de Montecassino, adonde fue enviado por sus padres para recibir los primeros elementos de su instrucción. Algún año después se trasladó a la Universidad de Nápoles. En aquellos años nació su vocación dominica, a la que su familia se opuso, por lo que fue obligado a dejar el convento y a transcurrir algún tiempo con su familia.
En 1245, ya mayor de edad, volvió con los dominicos. Fue enviado a París para estudiar teología con Alberto Magno, al que siguió a Colonia, donde profundizó en el pensamiento de Aristóteles. En ese momento las obras de Aristóteles presentaban una visión completa del mundo llevada a cabo sin y antes de Cristo, con la pura razón, y parecía imponerse a la razón como “la” visión misma. Pero en la cultura cristiana, también había recelos hacia la misma.
Tomás de Aquino lo estudió a fondo, distinguiendo lo que era válido de lo que era dudoso o rechazable del todo, mostrando la concordancia con los datos de la Revelación cristiana. Así, señaló que entre la fe cristiana y la razón subsiste una armonía natural. Esta es la gran obra de Tomás, mostrar que fe y razón van juntas